
Todo tu silencio
da sombra
sobre tu taza de té.
Todos los asesinados
pueden llamarte
por tu oficio.
Aunque hayas limpiado
todas las manchas,
tu ropa huele
a sangre lavada,
a agua teñida
por tu delincuencia.
Te cuidás de la policía
pero la venganza
puede sorberte los ojos
en un descuido.
No habrá sirenas
que avisen
que llegó tu turno.
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